Las llames como las llames, existen las clases sociales y a los hechos me remito aunque ya se que la pólvora se inventó hace mucho.
Desde que el mundo es mundo el fuerte se ha comido al débil y el listo al tonto, o mejor dicho el sinvergüenza al honrado, por no entrar ya en cortarse las venas para ver si tu sangre es roja o azul.
Siempre ha habido ricos, menos ricos, pobres y menos pobres.
Pobres, desgraciados y de solemnidad, que son aquellos que no consiguieron nacer con un pan debajo del brazo y que no logran conseguir que nada les salga bien en la vida, a pesar de intentarlo, porque, está claro, no se lo van a permitir nunca y que malviven como pueden.
Y pobres, listos y con buena dosis de cara dura, que a base de llorar y llorar, han vivido como reyes, pues con ganancias en B, se han beneficiado de todas las ayudas sociales habidas y por haber, aunque decir esto sea políticamente incorrecto, (y vamos a dejar la política a un lado porque los que se dedican a ello están dando un ejemplo nefasto).
La clase media, trabajadores por cuenta propia o ajena, ha tenido siempre que callar pues gozaban de trabajo e ingresos, aunque no llegaran a final de mes en muchas ocasiones (otras si), pero bueno, tenían que darse con un canto en los dientes porque no eran pobres y gozaban de cierta posición social privilegiada.
Los ricos intocables, que se enriquecen más y más, a base de pisar el cuello a los pobres y mantenerlos en el suelo porque en eso radica su poder y que además han conseguido lo que durante mucho tiempo han perseguido, que no es ni más si menos que eliminar a esa clase media que a base de esfuerzo les estaba haciendo sombra y a la que había que pararles los pies.
Ahora, los ricos son más ricos y los pobres son más pobres y ya no hay más. Bueno si, vividores, ladrones de guante blanco, corruptos, políticos, banqueros, y otras especies que habrá de catalogar, más que nada por salir pitando si nos encontramos con alguna de ellas o para intentar pararles los pies, aunque esa historia sea otro circo.
Y hablando de circos, aquí seguimos. Aguantando como podemos, porque si hablas malo y si callas peor.
Si trabajas por cuenta ajena, para cualquier empresa, no demasiado grande, desde hace años, calla y no rechistes, que te vas al paro, aunque el sueldo baje cada vez más y más, amén de tener que aguantar a ese jefecillo (si, entiéndase tono despectivo), que a conveniencia quiere ser compañero o jefe (dependiendo del momento) que cuando era joven no era persona antes del café, y que ahora, con la vejez, ya no se aguanta ni él.
Pero remar, hay que remar con fuerza y todos juntos, para que el barco no se hunda y para que el empresario acumule bienes muebles e inmuebles que le permitan tener una buena jubilación, la que no van a tener sus trabajadores, cuando éste decida cerrar el negocio o echarlos a la calle, ya que ahora los despidos están de rebaja y salen baratitos, baratitos.
Si eres joven, eres afortunado si tienes algún trabajillo, sin asegurar, aunque eches más horas que un tonto y cobres con cuentagotas la miseria que te paguen. Pero oye, no te quejes, tienes trabajo y te puedes permitir comerte una hamburguesa.
Dentro de nada tendremos que pagar por trabajar y perderemos la poca dignidad que nos queda, pero no importa, porque pronto dejará de aparecer dicho término en el diccionario y problema resuelto.
Si eres autónomo y no tienes trabajadores, procura no tener que darte de baja ni ponerte malo (y aguanta en silencio las almorranas si las tienes o los puntos de la césarea aunque los tengas infectados, que no pasa na de na), por que no te olvides que no tienes derecho ni a respirar .
Si quieres estudiar, échale dinero si lo tienes. Si no lo tienes que tus padres pidan un préstamo y si no hay dinero, pues nada hijo, nada mejor que la ignorancia para no sufrir y que los listorros de turno sigan haciendo lo que les venga en gana, como siempre y para no variar.
Hacienda somos todos. Eso no se lo cree nadie.
Bancos, con sus rescates, preferentes y sus tarjetas «black». Buen chollo.
Juicios televisados, para desviar nuestra atención y que nos hacen decir, «eso, eso, que lo devuelvan todo y que vayan a la cárcel».
Políticos que son verdaderos actores.
Futbolistas, modelos, actores …. con lo que ganan se acabaría con el hambre en el mundo.
Recortes en Sanidad, Educación, Justicia. Y el papel cero, ni te cuento.
Pero qué inocentes somos. Todo es más de lo mismo.
El sistema está perfectamente organizado para que no saquemos los pies del plato y estemos donde quieren.
Y acabo, porque ahora mismo no se si he escrito lo que quería escribir (no, hay mucho más en el tintero) y me he desviado tanto, por culpa de un debate de investidura, no se muy bien de quién, pues no he escuchado nada, que nos han colocado en la televisión todo el mediodía y gran parte de la tarde, que estoy perdida, cansada, hastiada, como la gran mayoría de los españoles de a pie.
Todo esto es sin duda sentirse impotente.